jueves, 9 de mayo de 2013

Mil novecientos caractéres


Mil novecientos caracteres son necesarios para firmar una nota en esta revista. Eso fue lo que me dijo el editor y lo tomé al pie de la letra.
No recuerdo haber empezado a escribir algo con tamaña condición, con un horizonte tan delineado, tan lejano pero tan inevitable.
Ahora lo que me interesa saber es si todo cuenta como carácter, si una coma suma, si un tres puntos me ayuda a llegar a mi objetivo, si las comillas cuentan como uno o como dos caracteres, etc.
En el diccionario dice: ¨Señal o marca que se imprime¨ ¨Signo de escritura o imprenta¨.
Entiendo entonces que cuenta todo menos los espacios. Estoy peor de lo que suponía y con todo este palabrerío voy setecientos veintisiete!!! (727)!!!
No quiero aburrrirlos en esta inquietante travesía pero deben comprender que lo que quiero decir tiene apenas unas pocas palabras, mínimas, sencillas, pero que salen del corazón y me gustaría que sean publicadas, y si no se puede evadir el requisito, voy a pedirles que me acompañen, que me ayuden, que no se dejen intimidar por las letras que voy anotando por inercia, que no se asusten frente a puntuaciones extravagantes que solo tienen por cometido sumar un signo, acercarme a la (meta!)…
… Mil ciento setenta y uno (1171) y pasamos con sorpresa la mitad (1/2), y el entusiasmo lo invade todo. Pero se me acaban los recursos. ¿Se me acaban los recursos? Sí, se me acaban los recursos.
Les voy a contar una anécdota: Un tartamudo encuentra a otro tartamudo. Me parece un abuso.
Un borracho encuentra a un tartamudo. ¡BASTA! Hay que escribir.
Me faltan aproximadamente unos quinientos (500) signos (ay, si se contaran los espacios…) y una idea sobrevuela mi cabeza: ¿Valdrá la pena que hayan leído toda esta pavada? ¿Será bueno el desenlace? Ahora estoy angustiado por el sentido de mi frase, por lo que me odiarán si su valioso tiempo de ocio es desperdiciado en un mar de letras sin sentido. Yo confío en mis intenciones pero no en mis resultados. 1796? No, ahora no quiero que llegue el final. Miedo.
En lo que queda tengo que alcanzar la inspiración, encontrar el objetivo de lo que viene y de lo que ya pasó. Podría borrar pero no sería yo.
Que no me sorprenda. Una oración, un arrepentimiento, una emoción. Todo me lleva hacia el final.
Cruzaré los mil novecientos diciendo lo que he venido a decir: La vida es un cuento…y el editor es un puto!

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